domingo, 15 de mayo de 2016

EUROPA SERA BEIRUT

Un buen amigo hace unos días me recomendó un libro. La verdad es que versaba sobre un tema que es recurrente de vez en cuando en este blog, así que les reconozco que empecé su lectura fiado más de la calidad personal del que me lo recomendó que del libro en sí mismo, porque, verán ustedes, que el Islam es un peligro para nuestra civilización es algo tan obvio que sólo un ilota irrecuperable puede negarlo, así que pensé en otra reflexión de autoafirmación, de las que ya he escrito en este blog, pero lo cierto es que me quedé apabullado con su lectura. Que alguien escribiera un libro con esa fuerza, hace ya tantos años, me dejó anonadado, así que no puedo menos que recomendarles que intenten buscar sus libros y dejen este blog, porque tal como ella lo escribió, me confieso incapaz de escribirlo ni más alto ni más claro.

Y tengo que confesar mi ignorancia, porque desconociendo a la autora pregunté a mi amigo sobre ella. Las letras impresas dicen mucho sobre el autor, y desde el principio del libro me sentí arrastrado, hipnotizado, encandilado; no puedo hacer una buena descripción, pero no pude menos que preguntar que dónde se hallaba una mujer de tal temple, capaz de afrontar cualquier reto, invencible en sus ideas, de las que hacen despertarse al Alonso Quijano que quiero pensar que aún dormita en nosotros, que se pone al mundo por montera, se enfrenta a lo divino y a lo humano y que al que esto escribe le devuelve la confianza y la esperanza . Pero corran, no lo dejen pasar, porque no va a ser un libro fácil de encontrar. La censura en la sombra se lo va a impedir, el pensamiento único lo bloquea, así que se desean vibrar ya pueden esforzarse. Su vida no tiene mucho mérito, la verdad, de partisana antifascista a monstruo del buenismo. Les avanzo, como aperitivo, un párrafo del libro La rabia y el orgullo, cuya autora es Oriana Fallaci y dice así “Preparan las futuras oleadas. Los quince millones de musulmanes que hoy viven en Europa (quince) son solamente los pioneros de las futuras oleadas. Y créeme: vendrán cada vez más. Exigirán cada vez más. Pues negociar con ellos es imposible, Razonar con ellos, impensable. Tratarlos con indulgencia o tolerancia o esperanza, un suicidio. Y cualquiera que piense lo contrario es un pobre tonto”.

Y este párrafo me dejó pensativo, porque empecé a pensar en una sociedad de tontos, de estúpidos, de ciegos. Lo sé, algunos de mis lectores, que me conocen, pensarán que es la religión la que me mueve. ¿Cristiano?, sí sin duda; reconozco que lo de católico es más confuso, porque ser español y católico es a veces un imposible, y cualquiera que sepa algo de historia lo entenderá. En la piel de toro hemos ido siempre por libre, ¡qué se le va a hacer!, y tan pronto destripábamos herejes como asaltábamos Roma con los lasquenetes, así que dejémoslo en cristiano. Pero… Tengo una religión en la que Dios habla claro, aunque los altavoces demasiadas veces distorsionen. Una Religión que empieza en un nacimiento y termina en una resurrección, una religión de vida, que nos ha hecho avanzar, ser mejores, más justos. Una religión que alza catedrales, que nos da a un Santo que no ve animales impuros, sino hermanos, un hermano lobo, una hermana luna…. Una religión que me permite sentirme hermano de un humano y de un lobo, que me da la ocasión de hermanarme con la creación, con el milagro de la vida, de ser conservacionista (dejemos lo de ecologista por el tinte político) y solidario con el resto de humanos, de ser tolerante, de no tirar la piedra antes de ver la pureza de nuestras conductas, de ser revolucionario, inconformista y también templado. De apreciar el amor, la dignidad, el honor, la igualdad entre hombres y mujeres. Y a mis amigos ateos cristianos, como Dios manda, obviando la trascendencia, esta herencia les persigue. No hay liberalismo posible sin cristianismo, ni socialismo sin cristianismo, ni marxismo sin cristianismo, ni pensamiento libre alguno… El influjo de Roma, Grecia, el Cristianismo, hace posible esa gran lago de libertad que supone Europa. Y verán ustedes, el problema es más serio de lo que parece. Mientras el cura cristiano desaforado (léase cura, pastor o pope) te condena al fuego en la otra vida, lo que es discutible en base a lo que uno crea o no, o en qué tipo de Creador crea, el Islam simplifica el problema y ante la duda, condena al fuego en esa. Vamos, que te achicharro aquí no sea que en la otra te libres….

Desde hace siglos nos hemos fajado con un peligro acechante, fuerte a veces, débil otras, pero siempre latente, como muy bien sabían nuestros ancestros. Y ahora, ¿nos hemos vuelto locos?. El peligro está ahí, son los de siempre, pero parece que nuestra estupidez y nuestra ignominia nos van a hacer invulnerables, y no. Esos que quieren aceptar entienden que la única ley que tienen que aceptar es el Corán, es ley aplicable, que viene de Dios, indiscutible, coherente. Que es una mujer adúltera, pues se la lapida; que es homosexual, pues le colgamos. No miren a otro lado, porque aquí ellos no engañan, son los buenistas, los gilipollas y gilipollos los que no quieren verlo.

Les confieso mi extrañeza… No entiendo nada, o entiendo demasiado… Porque el ataque a nuestra civilización no respeta ideologías, está asentado en la clase política y pretender hacernos comulgar con ruedas de molino…. ¿por qué? Acompáñenme y repasemos….

La falta de dignidad más flagrante la he visto en el hasta ahora principal partido de la oposición Como diría un sobrino, me flipa, me flipa, me flipa…. Veamos, los de la norma paritaria, los de el presidente/la presidenta, el vocal/la vocala, la idiota/el idioto, la gilipollas,/el gilipollos (perdóneme si alguno de estos no está aceptado y no es políticamente correcto, pero soy de EGB, ustedes disculpen), esos, sí, esos, entregan un premio a una mujer con burka, sí, el traje regional de la igualdad, el manifiesto de la paridad. Es decir, ¿que estos trúhanes me obligan a cambiar el lenguaje y dan premios a mujeres vestidas en sacos machistas?  Pero, ¿me consideran un gilipollos?

La cobardía excelsa es la del gobierno en funciones…. Vamos, sorpréndase, estos, que van de no sé qué, aprueban que se enseñe a los niños el Corán. Estos aprueban aceptar miles de refugiados islamistas mientras rechazan en frontera a nuestros primos de Venezuela (17.000 muertos el último año); pues sí, a los que descienden del mismo tronco, a los que sus antepasados se ganaron esta tierra con su sangre a la puta calle, a la muerte, a la desesperación. A nuestros hermanos (que lo son) que les jodan, pero, eso sí, los islamistas “pa dentro”. Y mire usted, un primo puede ser molesto, pero, qué quiere que le diga, es de la familia, de Los que usted quiere traer, mía no es, salvo que el presidente/presidenta se cambie el apellido por Casio para luego ser Banu Qasi. ¿Es eso? Verán, si pretendo registrar una asociación cultural que diga “Si cambian de propósito, apoderaos de ellos y matadles donde les encontréis. No aceptéis su amistad ni auxilio”, ¿ustedes creen que lo aceptarían? No, verdad, pues lean la aleya 89 de la sura 4 del Corán. Es decir, aceptamos a los que pretenden matarnos por ser como somos…. Guai…, vamos, genial. Esto no es extremismo…. ¿no? Y ¿qué es?

Y lo peor, con creces, los de esta izquierda radical y bolivariana que ya está aquí… Estos hablan de hermanos musulmanes, de pedir perdón por la reconquista de Granada… ¿Están locos? ¿Quieren que volvamos al mercado de esclavos? Y lo más, lo más fuerte… Unas zumbadas entrando en una capilla cristina en porretas… Y yo me pregunto, ¿no les pone entrar así en una mezquita? ¿crren que a estas sujetas y sujetos les pone la aleya 223 de la Sura 2 que dice “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros mismos!”. Vamos, ¿más de cien años luchando por la libertad de la mujer para esto? O ¿es que las pone? ¿Acaso queréis estar en un harem en Oriente Medio? Pues si es eso, si esto os altera las hormonas, dejadnos en paz e iros para allá;  soy occidental así que acepto vuestra libertad. Ahora, ¿los que ponen burkas, los que tirar homosexuales por las ventanas, estos, sí, estos, son los hermanos para ustedes?


Por un momento pienso que estoy equivocado, que voy a oir una rectificación en algún sitio, que alguien va a decir que esto es incompatible con nuestra civilización…. Pero no, no oigo nada; ¿estoy equivocado?, vale, díganlo; ¿soy un radical? ¿por qué? Ya peino canas, me equivoco mucho, pero, verán, si me equivoco díganlo, pero si me van a llamar radical no me queda más que escupirles mi desprecio. Traidores, colaboracionistas. Ustedes, todos, nos están traicionando, nos venden por sus miserias, por sus mentiras. Son indignos, mendaces. Que la historia les juzgue y se pudran en el infierno. Y a los callados y cobardes, a los mierdas que se callan, les espera Beirut, la Suiza de oriente medio convertida en un infierno por los islamistas (no se equivoquen, por los islamistas, no por los israelitas), ¡qué ustedes lo disfruten!

miércoles, 20 de abril de 2016

¿QUE PASA CON LA DERECHA ESPAÑOLA?

Llevo unas semanas pensando si terminar la trilogía de artículos que empezó con “¿qué pasa con la izquierda española” o hablarles de esta mentira en la que nos están arrebujando y que nos está llevando a una islamización de Europa. Y si están ustedes leyendo este artículo es evidente que he decidido terminarla; no les podría justificar los motivos; quizás porque los círculos hay que cerrarlos bien, tal vez porque no estén tan alejados uno de otro, puede que porque si lo escribo, pueda entenderlo. A lo mejor, la explicación sea más sencilla, porque leyendo La Era de la Revolución de Eric Hobsbawm, un párrafo me acabó de decidir; decía así “Así pues, el periodo de la doble revolución conoció el triunfo y la más elaborada expresión de las radicales ideologías de la clase media liberal y la pequeña burguesía”

            El ciclo histórico que va desde la revolución francesa (quizás desde la guerra de la independencia norteamericana) hasta el final de la I Guerra Mundial, arrastra hasta nuestros días las consecuencias de lo que sucedió en aquellos años. En España, al igual que en toda Europa, esa era configura nuestro presente. Seguramente no más que los efectos del siglo XV sobre el XVII, pero lo cierto es que mientras que ya tenemos asumidas las consecuencias de siglos muy lejanos, los europeos aún digerimos esa época, especialmente en España, con un desastroso siglo XIX encharcado de sangre, reacción, destrucción de los avances del siglo XVIII y que, por si ya hubo pocos males, provocó la invención de la pura invención de la patria vasca o gallega, y dio alas a un movimiento minoritario que se puso a reinventar una nación catalana, convirtiendo lo que no eran más que mitos en una historia tergiversada y manipulada.-

            Una época tormentosa, sin duda, pero no todo fueron males, ni todas sus consecuencias nefastas. El papel de la derecha primero, y el movimiento obrero después, terminaron de configurar la sociedad occidental en la que vivimos ahora. Ambos fueron ideas contrapuestas, generaron tesis y antítesis, o si ustedes lo prefieren, posiciones muchas veces enfrentadas que generaron una sociedad distinta, más justa, más democrática. Cualquiera de ellas sin la otra sólo habría generado espacios sombríos como los que se vivieron en Europa (y se extendieron a medio mundo) a mediados del siglo pasado. Pero, a lo que este artículo concierne, el papel de la derecha ideológica (y olvídense de la etiqueta retroprogre de derecha medievo, izquierda progreso) fue extraordinario. Poco más podría añadir y mejor no podría escribirlo,  que la imagen de una placa en una calle de Vejer de la Frontera que me pasó un amigo. Dice así: “A los liberales del siglo XIX que con esfuerzo, ilusión y hasta el sacrificio de sus vidas, impulsaron el progreso de esta tierra luchando por la Constitución, la Justicia y la Libertad”.

            Muchas cosas han pasado desde entonces, es cierto, pero ¿y ahora? Les confieso la dificultad de escribir este artículo, porque si miro al Parlamento español la derecha ideológica no está representada. No, no lo está, no se sorprendan… No hay un partido liberal, ni un partido conservador, no existe nada parecido en las Cortes. El partido que dice representar a la derecha ideológica no es tal, es un puro instrumento de poder con el único objetivo de mantenerse en él. Y por eso, cada vez que se les pregunta sobre el incumplimiento de su programa, se refugian en la economía, en la estabilización de la misma, y, aunque no hayan tocado ni uno de los problemas estructurales de España, aunque hayan dejado el campo económico sembrado de minas a cualquier futuro gobierno, es cierto que hay una tímida recuperación económica, recuperación a costa del hundimiento de las pequeñas empresas, de una política fiscal salvaje, de pérdida de poder adquisitivo, de medidas antisociales tan desproporcionadas que harían que un camisa vieja de los años 50 enrojeciera de rabia. La sensación de inseguridad de las pensiones, la impunidad con la que se ha movido la banca, la pérdida de derechos sin contraprestación alguna, son tan ajenas a un pensamiento político de derechas como a uno de izquierdas; son medidas que puede implantarse en una dictadura marxista, en una teocracia islamista o en una dictadura militar del corte que sea sin ningún problema. Pero miren, no sé ustedes, veo muchos ministros, y su acción política, entendiendo como tal el cumplimiento de un programa electoral, de un discurso de investidura, brilla por su ausencia, ni siquiera aquellas medidas que no tienen coste económico.

            Honestamente, el desastre político de Zapatero, sigue. Y cuando oigo a uno de sus votantes quejarse de la demencia del Ayuntamiento de Madrid quitando estatuas y calles, tengo que recordarles que en cuatro años, con el mayor poder que ha tenido en España partido político alguno, ni han modificado ni abrogado la ley de Zapatero. Cuando otro de sus votantes brama por la islamización de España y la mentira del multiculturalismo (colorín, colorado, otro sapo nos han colado), les señalo que es el gobierno en funciones el que ha sacado, de hurtadillas, la Ley que regula la enseñanza del islam en las escuelas españolas. Cuando otro se mofa del engendro de la Alianza de Civilizaciones, le digo, que sí, que tiene razón, pero que este Gobierno ahí sigue. Y si me hablan de la politización de la Justicia, pues claro, obvio, pero este Gobierno, ahora en funciones, más de lo mismo. Si con Zapatero las víctimas del terrorismo se encontraban aisladas, con este gobierno más. Si hablamos de los nacionalistos catalanes, y me recuerdan la frase maldita de Zapatero de “Aprobaré lo que traiga el Parlamento de Cataluña”, pues sí, venga vale, Zapatero pasará a la historia como el peor gobernante español, pero este Gobierno, sí, éste, ha financiado ese dislate y ha sido incapaz de enfrentarse a los separatistas jetas en sus desafíos crecientes. Escojan ustedes el área que quieran, confróntelo con la ideología liberal o conservadora, miren, comparen y si encuentran alguna similitud, me avisen oiga. Su actuación ha sido tan dirigida al poder por el poder, con ausencia de cualquier ideología, que simplemente con las normas y las políticas de este gobierno, si llegara al poder un partido de extrema izquierda, con tocar cuatro normas, no más, nos llevaría al paraíso bolivariano en un tris tras.

En el primer artículo de esta saga dije que los votantes de izquierda se hacen cómplices de la deriva de los partidos a los que votan y a los que siguen votando. Para que me entiendan. Si alguien vota una vez a un partido que denomina a un etarra que está en la cárcel, preso político, y le vuelve a votar, asume ese pensamiento, se hace cómplice de él. Ya sé que no todos los ciudadanos de izquierdas son cómplices, hay versos libres, marcianos, personas que no están dispuestas a ser ovejas… Y muchos amigos de derechas me dirán que también en la derecha. Pues sí, también hay versos libres, marcianos y raritos que no están dispuestos a tragar ruedas de molino, pero miren ustedes, unos y otros son pocos, demasiado pocos para lo que hay y lo que nos viene.

Muchos ciudadanos de derechas han hecho fuchina de su propia ideología, y han ido depositando su voto haciendo de tripas corazón, votando a unos para que no salgan los otros, sin darse cuenta que están entrando al juego de un teatro de polichinelas, ya viejo y que va desde el “A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo” de La Celestina al turnismo de los gobiernos españoles del siglo XIX. Y si uno de los actores da muestras de fatiga, ya saben, el chamán de pacotilla en la cocina del partido que sea, coge la varita mágica, dubididabidibu y, ¡zas! se saca de la chistera televisiva a otro aún peor;  y ya está, así movilizan estos encantadores de serpientes, por puro miedo, a sus votantes. Siniestro, ¿no creen? ¡Manda cogumelos!

Pero esto ni siquiera es lo peor. Bueno no es, pero lo trágico es que esta corrupción en la ideología ha ido acomplejando a los ciudadanos de derechas. Han ido asumiendo el buenismo falso que nos hacen tragar, se han resignado a aceptar todo, no se atreven a salir con la bandera española por si les llaman “fachas”, abandonan sus principios, señalan a los disidentes, terminan inhibiéndose de todo y de todos, aclaran que la “gente de orden” o “la gente de bien” no se manifiesta, no hace huelgas, no muestra su indignación (salvo la correspondiente reunión de amigos, que lo mismo da que sea en un bar cutre o en una cena de postín con muy cultos y doctos invitados),  que votan y vale ya.

Se han convertido en lo que algunos llaman la mayoría silenciosa; mayoría, quizás, pero el silencio cuando está en juego tanto en nuestra Nación, es cobardía, es pusilanimidad, es irresponsabilidad y roza la traición. O el votante de derechas asume su responsabilidad en un sistema democrático, o se convertirá en un ectoplasma, en un convidado de piedra de nuestro presente y de nuestro futuro. Quizás nuevos partidos de derecha democrática que están surgiendo, quizás una revolución interna en el que dice que és, pero que no es, puedan cambiar el rumbo, pero sin que se involucre en serio esos ciudadanos de derechas, no hay nada que hacer.


Y a mis amigos de izquierdas, con los que siempre he disfrutado de un buen debate, de una mutua defensa vehemente de ideas, tengo que darles una mala noticia. La ausencia de formaciones de derechas en el Parlamento, en los medios de comunicación, lleva al pensamiento único, a un empobrecimiento de ideas de los de derechas y de los de izquierdas, conduce a que los partidos de izquierdas entren en dinámicas demenciales y nos arrastran a todos en su locura. Del debate, del contraste de ideologías, de la huida de los anatemas a los que discrepamos de la verdad absoluta a la que quieren conducirnos, está el verdadero progreso. Sigamos así, y las peores pesadillas de 1984 las viviremos en nuestras carnes y la heredarán, como una moderna roca de Sísifo, nuestros hijos.

domingo, 28 de febrero de 2016

ESPAÑA ESTA LOCA

Debo ser raro, o marciano, o, quizás, un marciano raro, no lo sé, pero estoy preocupado. De improvisto, tras las pasadas elecciones, me parece que los ciudadanos españoles han decidido en vez de seguir viviendo en el siglo XXI, volver a experimentar el año 31 del siglo pasado. Y si ya estaba inquieto por la proyección a futuro de mi País, el último libro que he terminado no me ha tranquilizado precisamente; por si es de su agrado leerlo, se titula La Ocasión Perdida, de César Vidal, y les traigo un párrafo que dice “Mientras los mencheviques, los eseristas moderados, algunas organizaciones campesinas, algunos sindicatos y algunos miembros del Consejo de la República formaban un comité cuya finalidad era salvar al país y a la revolución y oponerse al golpe de los bolcheviques, éstos se disponían a iniciar la articulación de su dictadura”; por si no lo han intuido, la obra trata de las revoluciones rusas, y cómo fue posible que un país que, tras la caída del Zar, iba camino de convertirse en el sistema más moderno, democrático y socializado, pudo terminar en una dictadura bolchevique sangrienta y genocida.
           
            Sinceramente el panorama español es para irse de aquí y esperar unos lustros para planear la vuelta. No, no les voy a hablar de un partido popular enrocado en el poder y dispuesto a que vuelva un frente popular antes que perder el poder. Aunque de eso les escribiré en el siguiente artículo, ya saben, antes Podemos que perder un mes de cargo. O de un Psoe que sigue dispuesto a seguir anclado en el pasado zapateril y prefiere gobernar seis meses y luego ser deglutido por Podemos. Ambición, mantenimiento de sillones, falta de visión de Estado, y todo bien aderezado con la corrupción, que estos mejunjes están tan sazonados que no hay quien se los trague.

            Muchos se preguntan cómo ha sido posible que se llegara a esta situación. ¡Qué quieren que les diga! Algunos ya nos barruntábamos esta situación y sabíamos que esto no terminaría bien. Hace ya doce años algunos conciudadanos nos movimos de nuestras posiciones ideológicas y nos unimos en un proyecto que considero que todos sabíamos temporal pero necesario; no fue el único, pero sí el que yo conocí. Y ahora, cuando pienso en aquel patache, pienso con morriña en aquella época. No me malinterpreten, no hablo de cúpulas, no hablo de estructuras, hablo de un conjunto de idealistas que se juntaron intentando regenerar un sistema político que atufaba a atarjeas. Hace años que salté por la borda, como otros tantos, unos por resituarnos en posiciones ideológicas más afines, otros decepcionados con una dirección miope, otros simplemente cansados, y aún quedan que siguen aferrados a la culebrina dispuestos a fajarse con quien se tercie, que en esta piel de toro siempre habrá resistentes numantinos. Y de aquella época, eliminando a los rastreros, mendaces y viles que tanto proliferan en nuestra España, sí que conservo los encuentros con personas de derecha e izquierda, unidos por unos puntos comunes, pocos (identidad de la Nación Española, regeneración política, reconducción del estado autonómico, conservación del Estado social), pero tan necesarios antes como ahora; una época de apoyo a víctimas del terrorismo, de defensa de la Constitución. En el balance vital, en esa mochila de experiencias que todos llevamos a la espalda, fue una vivencia agridulce. Buena por lo que les acabo de relatar y porque muchos de los que allí coincidimos nos reafirmamos en unos principios básicos y mejoramos la tolerancia y el respeto a otras ideas; agria no por situaciones internas que no vienen a cuento, sino por una sensación de soledad e incomprensión. Quizá no era la hora, o quizás se abrió el camino, no lo sé, pero hace un porrón de años un puñado de ciudadanos se lanzaban a las calles con unas gorras un tanto ridículas, todo hay que decirlo, para intentar convencer a los conciudadanos que esa situación no iba a terminar bien, que la deriva era peligrosa, que todo se podía ir al garete.

            Pero entonces, como ahora, los diletantes, los acomodaticios, los cobardes, los pusilánimes, miraban extrañados mientras se iban a sus quehaceres, fueran la familia, el gimnasio, comprarse un bolso o tomarse unas copas. ¿Y nunca se preguntaron que los que allí estábamos también teníamos vida y que sacrificabamos una parte importante de su tiempo para intentar cambiar las cosas? De verdad, ¿eran tan imprudentes, tan irresponsables o tan vagos? No les digo que fuera la única opción, ni siquiera la mejor, pero mientras miraban a esos pringados no pensaban que ellos también tenían que hacer algo. No, para qué… Aquí no se asume que los derechos, que el modo de vida, no viene porque descendamos de la pata del caballo del Cid, que hasta nuestros ancestros por mucho Santiago que se apareciera en Clavijos, se pusieron la armadura para vencer a los invasores. Y miren, no se trata de sacar la gola, la escarcela y la toledana, sino de defender lo que teníamos, lo que tenemos, lo que vamos a perder. La incomprensión llegó a tal extremo que dije una vez a un padre que me aconsejaba que no perdiera el tiempo, que la obligación de los padres es luchar por el futuro de sus descendientes, y no malcriarles en el presente, y que si estaba ahí era para evitar que nuestros hijos tuvieran que ser albañiles en Polonia, asistentas en Rumanía o meretrices en Ucrania, y que me perdonen los polacos, los rumanos o los ucranianos, pero a veces viene bien traer a colación los tópicos injustos y manidos para bajar a la realidad a los ilusos.

            Los años pasaron, algunos, pocos, fueron organizando alternativas a la situación actual, pero los compatriotas siguieron en Babia, en su mundo ilusorio, en su egoísmo. ¿Y ahora? Pues ahora se sorprenden, flipan, alucinan, porque el pasado ha vuelto, y no son capaces de asumir su error, su indiferencia, su irresponsabilidad.

            Pues ya les tienen aquí; a la generación peor formada y educada de los últimos cien años, a niñatos malcriados que asaltan capillas, pegan a policías o insultan a las víctimas del terrorismo y luego, después de los años, sollozan diciendo que no sabían lo que hacían cuando se enfrentan a la realidad de sus actos. A los intolerantes que quieren traernos la miseria en la que viven nuestros primos de Cuba o Venezuela. Personas que no conocen nuestra historia ni lo pretenden, intolerantes que vienen a destrozar nuestra cultura, nuestras raíces, nuestra forma de ser, personajes que regresan al pasado ante su incompetencia para dar respuestas de futuro. Individuos para los que la educación es un desperdicio burgués, que se amparan en unos ciudadanos desilusionados, con razón, y que acuden a las urnas más con las gónadas que con la cabeza, y que ante su inactividad de años pasados, pretenden vengarse de los corruptos que campan a sus anchas en estos páramos, sin pensar que si cabalgan libres fue con su pasividad y consentimiento. Pues sí, ya están aquí, y ahora, ¿qué van a hacer?

            Pues miren, hagan ustedes algo ahora, implíquense, exijan a sus partidos esa regeneración, dejen de vivir de espaldas a la política, cambien a formaciones que miren al futuro y no al pasado. O eso o sigan llorando como niños mientras perdemos todos. Ahora les toca.

P.d. En la fotografía he tapado a algunos de los participantes sólo porque no les he pedido permiso para poner esta foto; una mera cuestión de respeto. Es de una manifestación en apoyo de las víctimas del terrorismo… Pero, que pocos éramos ¡pardiez!

martes, 5 de enero de 2016

COBARDES Y MISERABLES

Es noche de Reyes y la verdad no me gusta hablar de malquistos. Es una noche mágica en la que los que aún conservamos vivo al niño que fuimos, nos gusta cerrar los ojos, oír los pasos sigilosos, los brindis callados, oler la magia de los sueños, cerrar los ojos y sentir a los pajes, y quizás recordar aquella noche de hace ya muchos años en que nos deslizamos furtivos y al abrir la puerta del salón, en la que atisbábamos sombras, nos encontramos una habitación vacía con un extraño resplandor.

            Quizás para otros, que ya han callado a ese niño que fueron, disfruten de la noche en la mirada de algún niño, sea suyo o no, y vuelvan a intuir la magia de los Reyes.

            Es una fiesta especial, una celebración de la ilusión, un homenaje a tres Magos que hace dos milenios atravesaron miles de leguas siguiendo a una estrella. De aquel hecho nace una noche de ilusión para los niños, de magia para los adultos, y ni siquiera los ataques furibundos del consumismo más descarnado en forma de multinacionales que disfrazan a otro personaje entrañable en otros lares con la divisa de una marca de cola, o el enganche de grandes almacenes, o los anuncios de colonias que prometen que vuelve el hombre o la mujer (como si el resto del año estuvieran por uvas) han conseguido desbaratarlo.

            Pero este año, la magia está en peligro. Después de once años de franquismo y de cuarenta de democracia, con gobiernos de centro, de izquierda y de derecha, es la primera vez que recuerdo de mi vida en que la magia se empaña con el sabor agrio del asco ante tanto estafermo y botarate. Y me viene a mi cabeza un párrafo del Capitán Alastrite, de Arturo Perez Reverte, puesto en boca de Quevedo que dice así “Contra la estupidez, la maldad, la superstición, la envidia y la ignorancia -dijo lentamente y al hacerlo parecía mirar su reflejo en la superficie del vino- Que es como decir contra España y contra todo”; y aunque las circunstancias de la novela son otras, tengo que reconocer que no me queda más que batirme ante esta pandilla de cobardes y miserables que han desembarcado en instituciones españolas que pagamos con nuestros impuestos.

            Sí cobardes, pusilánimes, sin valor ni espíritu para afrontar situaciones peligrosas o arriesgada. Porque ustedes estarán conmigo en que si alguien no cree en la celebración de esta noche puede hacer dos cosas honestas, o respetar la ilusión, la creencia, la magia, el brillo de la mirada de los niños y la complicidad de los demás, postura honesta en una sociedad democrática o tener las agallas y el coraje de no hacer celebración alguna, de impedir en esos ayuntamientos que gobiernan cualquier cabalgata, cualquier imagen que traiga a los niños un poco de ilusión. Pero estos materialistas de mierda, peores que cualquier yupie envarado en sus gráficas de ventas, destrozan las creencias ajenas, pisotean el sueño y la ilusión, machacan la magia, la convierten en bazofia al paso de brujas repulsivas en vez de Magos. Esta es una sociedad libre en la que se respetan diferentes formas de ver la vida, se toleran actitudes por mucho que no se compartan, siempre que las mismas estén acordes con nuestros principios constitucionales. ¿Quién coño se creen ustedes para destrozar mi ilusión y la de mis hijos? ¿Pero de dónde narices se han sacado la estúpida idea de que lo suyo es una verdad absoluta? ¿Qué clase de mindunguis son ustedes?

            Y miserables, ruines o canallas, personas despreciables y de malos procederes, que destrozan la ilusión de los niños, que los utilizan para adoctrinarlos en sus complejos, en sus mezquindades, en su mundo vacuo. Son gentuza que utilizan a los niños, que generan tarados para el futuro, y sólo para demostrar a sus padres que un mundo mísero, material y mendaz acaba de llegar.

            Ustedes no vienen a regenerar, vienen a demoler, no vienen a limpiar, vienen a entronizar sus mentes acomplejadas y miserables, vienen a que el resto de los ciudadanos comulguemos con sus ruedas de molino, con su doctrina, con su sectarismo y su intolerancia.


            Así que no queda sino batirse… Y les recomiendo, donde haya un esperpento de cabalgata, no vayan, acudan a otras, que con independencia del color político de quien gobierne, seguro que hay gente de bien que aún sabe lo que es el respeto, que sabe que con la ilusión de los niños no se juega, y que aunque no crea en la noche mágica, seguro que esbozará una sonrisa al ver la sonrisa de un niño.